La marginalidad muestra su rostro más deprimente en El Caliche de Villa Duarte, en Santo Domingo Este, donde a la menor lluvia sus habitantes tienen que abandonar sus hogares para no morir ahogados por las aguas desbordadas de una cañada que atraviesa al sector.
Aquí no han llegado los resultados de 20 años de crecimiento sostenido de la economía dominicana, a pesar de estar ubicado apenas a cinco minutos del centro político y económico del país, el Distrito Nacional.
Martina Arias, con 35 años en ese lugar, narra que desde que se nubla tienen los nervios de punta, porque cuando llueve deben abandonar sus casas debido a que La Laguna, como llaman a la cañada, se desborda y las aguas residuales y pluviales inundan todo.
“Da pena cuando llueve, yo quisiera que ustedes vengan para que vean las camas anegadas de esas aguas negra, quisiera que alguien se conduela de nosotros”, exclama.
Manuel Vargas, quien habita en la casa número 13, explica que desde el 2002 por la laguna bajan las aguas desde el hospital Darío Contreras, Los Tres Ojos, La 25 de Febrero, del Faro a Colón y otros lugares aledaños, año en que se intentó sanearla, pero que el trabajo no concluyó.
El trabajo, dijo Vargas, llegó hasta un punto del barrio con una profundidad de 2.50 metros, pero cuando llueve las aguas llegan a todos los alrededores afectando a cientos de viviendas.
A partir de donde fueron dejados los trabajos de saneamiento, lo que existe es una abertura de apenas un metro de profundidad que sigue hacia La Francia, cruza la avenida España hasta desembocar en el río Ozama, próximo a Los Molinos.
Es por eso que cuando se desborda la cañada baña a cientos de casas en los callejones que conforman El Caliche, como el Oviedo, Puerto Rico, Respaldo 16 de Mayo, entre otros.
Jonathan Sosa, comunitario del lugar, atribuye el problema a que la cañada no fue intervenida como ameritaba, ya que debió ensancharse y llevarla hasta el Ozama.
Lamenta que las gestiones hecha por la comunidad a la alcaldía de Santo Domingo Este, así como a la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd) no hayan tenido resultados.
Recuerda que con los aguaceros de julio pasado, decenas de familias perdieron todos sus ajuares, por lo que algunas viviendas aún permanecen cerradas, por temor de sus propietarios de volver al peligro.
A pesar de que hace cuatro meses se produjo la más reciente inundación, son noticias las marcas de hasta donde subieron las aguas.
Sosa expresa que también agudiza el mal la cantidad de basura que va a la cañada o laguna, por falta de recolección y de educación de los munícipes que no comprenden el daño que los residuos sólidos producen.
Señala que colchones, camas, sillas y muebles en las calles es el panorama cuando llueve.